Por Rafael Cancel Miranda - Había pasado un tiempo desde el comienzo
de la actividad frente al edificio Seaborne cuando vimos que la gente
corría en dirección a la tarima para evadir el gas pimienta y los gases
lacrimógenos que lanzaba la policía. Mi esposa, mi hijo Rafa y
compañeros que estaban cerca que saben que tengo problemas con la vista,
me agarraron para sacarme del medio de la calle. Lo lograron, por
supuesto, a pesar de mis protestas.
Tuve el honor de estar presente
en la manifestación del Paro Nacional de este 1 de Mayo. Palpé la
alegría de la gente, de los que están cumpliendo con su pueblo y consigo
mismo. Mi paso era lento pues muchos me honraban saludándome y pidiendo
retratarse conmigo, a lo que siempre respondo que sí.
Había
pasado un tiempo desde el comienzo de la actividad frente al edificio
Seaborne cuando vimos que la gente corría en dirección a la tarima para
evadir el gas pimienta y los gases lacrimógenos que lanzaba la policía.
Mi esposa, mi hijo Rafa y compañeros que estaban cerca que saben que
tengo problemas con la vista, me agarraron para sacarme del medio de la
calle. Lo lograron, por supuesto, a pesar de mis protestas. Cuando
parecía que había vuelto la calma, regresamos al medio de la calle para
compartir con la gente, pero de momento volvió el correcorre y mi esposa
y mi hijo, con la ayuda de una persona que estaba cerca, me movieron
rápidamente hacia la acera, fuera del alcance de los químicos que
invadían la calle. Escuchaba a la maestra de ceremonia repetir
insistentemente la consigna “No se dejen provocar”.
Decidimos
retirarnos puesto que la actividad oficial había concluido. Mi esposa y
mi hijo me sugirieron que nos fuéramos por una calle detrás de la
tarima, pero me negué pues no quiero dar ni siquiera la apariencia de
que estoy huyendo. Así que caminamos hacia la calle Chardón, en
dirección a los contingentes de la policía, que por minutos aumentaban
en número. En ese trayecto, me detuvieron muchas personas para tomarse
fotos conmigo y me detuve muchas veces, pese a los reclamos de mi esposa
y mi hijo quienes luchaban por sacarme de allí lo más pronto posible.
Al poco rato de haber regresado a la casa, cuando ya había concluido la
actividad y los manifestantes habían abandonado la llamada “Milla de
Oro”, vimos en la televisión los encontronazos entre los encapuchados y
la policía. Era todo lo opuesto a lo que había sido la dinámica de la
manifestación.
Les digo, mi gente, que al analizar la situación y
ver muchos de los vídeos y las fotos que han circulado por la redes
sociales, me pregunto si no habrá sido un drama preparado por el agente
de represión con un largo historial que muchos conocemos: Héctor
Pesquera, recién nominado al puesto de Secretario de Seguridad, y por la
experta en carpeteo cibernético, la coronela Michelle Hernández. No hay
que ser un genio para saber que los actos de los encapuchados solo
serían de beneficio para la Junta de Control Fiscal al intentar crear
una impresión muy negativa del pueblo que se manifiesta contra los
abusos de la Junta. ¿Será coincidencia que la abogada que preparó la
demanda del Banco Popular contra los manifestantes y que tan velozmente
se sometió en el tribunal, trabaja para el mismo bufete que representa a
la Junta? Al observar las imágenes en la televisión, me preguntaba por
qué la policía no intervenía para evitar los actos de supuesto
vandalismo que ocurrían ante su ojos. Hasta hemos visto en las redes
sociales un vídeo que muestra una fraternal conversación entre un
encapuchado y un policía en medio de un ambiente totalmente caldeado.
Hay muchas cosas que parecen no tener sentido. Claro, lo tienen para
quienes organizaron el espectáculo.
Por lo demás, quiero
felicitar y expresar mi orgullo a los miles y miles de puertorriqueños y
puertorriqueñas que demostraron que hay mucho valor y mucha dignidad en
nuestro pueblo. Y como un regalo a mi gente, les pongo una foto de
nuestro “álbum familiar” con la que nos sorprendió un querido compañero.
Quiero terminar con algo que contestó mi esposa cuando le preguntaron
cómo me encontraba. “Rafael está muy bien. Él ni se asusta, ni corre,
pero logramos protegerlo, pese a sus protestas”.
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