Al presentar esta semblanza en honor a
la vida ejemplar del compañero Eduardo (Pancho) Cruz López, quien
falleciera el 21 de junio de 2015, el Movimiento Independentista
Nacional Hostosiano le recuerda a su vez, por su compromiso político
desde la diáspora boricua en Estados Unidos.
No olvidamos su
entereza al ser acusado de posesión de explosivos y encarcelado por el
gobierno del norte. Recordamos al Pancho laborioso, que tomó sobre sus
hombros la organización del entonces Partido Socialista Puertorriqueño.
Al Pancho universitario, componedor de entuertos. Campeador por derecho
propio. Y sobre todo: Boricua.
Le recordaremos siempre por su valor y sacrificio patrio.
Movimiento Independentista Nacional Hostosiano
Elogio para Eduardo Cruz López
Buenas tardes. Mi nombre es José
Emiliano Velázquez Luyanda, y Eduardo fue mi mejor amigo desde 1969.
Gracias por su presencia hoy para conmemorar la vida de Eduardo Rafael
Cruz López. Quiero agradecer a las hijas de Eduardo, Dana y Kim, y la
familia entera, por permitirme presentar este elogio para quien fue mi
mejor amigo, colega, y camarada. Gracias, Dana, Kim, y Shirley por
compartir esta semana conmigo, y por ayudarme mantenerme fuerte ante
este triste suceso. Al Padre Thomas Faoila, gracias por dejarnos
regresar a este sitio sagrado, donde Eduardo conoció a quienes primero
inculcaron en él, amor por la justicia.
Eduardo “Pancho” Cruz
nació el 10 de mayo de 1948 en Bayamón, Puerto Rico, y se crió en el
Bajo Manhattan de la Ciudad de Nueva York. El más joven de cuatro
hermanos. Eduardo comenzó sus estudios en la escuela Nuestra Señora de
los Dolores, y continuó en la escuela secundaria de Seward Park. Hoy
nos encontramos en la iglesia Nuestra Señora de los Dolores, por la cual
él guardaba buenos recuerdos, especialmente de las monjas que ejercían
una disciplina de hierro (literalmente) en la escuela. Posteriormente,
Eduardo se graduó del City College of New York (CUNY), y luego de la
Escuela de Leyes de Seton Hall en Nueva Jersey.
Yo primero
conocí a Pancho, como nosotros del movimiento lo llamamos, en la
primavera de1969. Yo estaba en mi último año en la Escuela Superior
Louis D. Brandeis y también era un activista estudiantil. En esos
tiempos, Eduardo era dirigente de PRISA (Puerto Ricans for Involvement
in Student Affairs), la organización estudiantil puertorriqueña en City
College of New York. Igual que muchos de los grupos estudiantiles
puertorriqueños de los años sesenta, PRISA abogaba por la independencia
de Puerto Rico, y se envolvía en organizar en la comunidad. En 1969,
Eduardo fue miembro del “Comité de 10,” quienes dirigieron la toma del
recinto sur del City College, cuyo propósito era exigir la instauración
de departamentos de Estudios Negros y Estudios puertorriqueños; el
aumento en la matrícula de afroamericanos y puertorriqueños; y la
participación estudiantil en las decisiones del programa SEEK. Los
estudiantes renombraron el recinto la “Universidad de Harlem”. En 1969,
la matrícula de minorías étnicas en CUNY era poca y solía limitarse al
programa SEEK para estudiantes “en desventaja”. Durante meses, con el
apoyo de las comunidades minoritarias de la Ciudad de Nueva York, los
estudiantes tomaron el recinto hasta que la administración del colegio
concedió a sus demandas. Yo fui uno de los estudiantes de escuela
superior que llevaban comida y bebidas, y que se movilizaron para apoyar
a esos estudiantes. Desde ese entonces, Eduardo y yo establecimos una
bondad y amistad duradera. Como ven, Eduardo no buscaba riquezas; en
cambio, él buscaba la libertad y la justicia.
La vida de
Eduardo era siempre dirigida a aportar a cambios positivos. La toma del
City College of New York resultó en la implementación del programa de
matrícula abierta (Open Admissions) en 1970, y en el desarrollo de
Departamentos de Estudios Negros y Departamentos de Estudios
Puertorriqueños a través de CUNY. Hoy día los estudiantes de grupos
minoritarios en CUNY le deben la matrícula abierta al legado de la lucha
que dirigieron Eduardo Cruz y otros estudiantes en 1969. Eduardo
siempre estuvo orgulloso de este logro histórico. Como ven, Eduardo no
buscaba riquezas; en cambio, él buscaba la libertad y la justicia.
En el otoño de 1969, yo me matricule en el Colegio de la Ciudad de
Nueva York e ingresé a PRISA. Eduardo, con su amigo cercano, Billy
Nieves (que en paz descanse), decidieron impulsar un nuevo liderato,
dejando a mí la presidencia de la organización. Tengo que confesar, que
de ninguna manera estaba yo listo para esto, o para ejercer el tipo de
liderato que tenía Eduardo en el recinto. Sin embargo, Eduardo tomó una
decisión de no terminar sus estudios y de envolverse a tiempo completo
en organizar a la comunidad puertorriqueña y luchar por la independencia
de Puerto Rico. Como ven, Eduardo no buscaba riquezas; en cambio, el
buscaba la libertad y la justicia.

En marzo de 1970, Eduardo Cruz fue
arrestado bajo alegaciones de posesión de explosivos en conexión con la
lucha por la independencia de Puerto Rico, y fue sentenciado a cumplir
ocho años en las prisiones estatales de Nueva York. Se le consideró
preso político y su caso fue ligado a la campaña por la libertad de los
cinco presos nacionalistas puertorriqueños. El lema del entonces era
“Libertad para los cinco nacionalistas y Pancho Cruz."
Su vista
fue afectada severamente en la prisión debido a las negligencias de las
autoridades penales. Eduardo se convirtió en líder por derechos de los
presos en Comstock y otras cárceles, mientras afuera aumentaban las
protestas por su libertad. Como resultado de la presión externa, se
redujo la sentencia de Eduardo a tres años de prisión, con dos años
adicionales bajo palabra. Eduardo siempre decía que las autoridades
penales decidieron que era mejor salir de él, que tener que bregar con
ese “abogado de la cárcel”.
En 1974, Eduardo regresó al Colegio
de la Ciudad de Nueva York para completar su grado en Filosofía, y
continuar su activismo en el Bajo Manhattan, adonde conoció el amor de
su vida y futura esposa, Jan Orner. Yo recuerdo cuando vi, por primera
vez, a Eduardo con Jan. Yo le pregunte quién era, y él me susurró, que
era su futura esposa. Eduardo también ingresó en el Partido Socialista
Puertorriqueño en el Bajo Manhattan, y fue un organizador destacado en
el distrito. Mientras que organizábamos en el distrito, nos escapábamos
para la casa de sus padres, donde su mama, Doña Magdalena, nos cocinaba
un plato de arroz y habichuelas, bistec y tostones. Sus tostones eran
los mejores que yo he probado en mi vida.
En 1980, Eduardo Cruz
asistió a la Escuela de Leyes de Seton Hall en Newark, NJ, de la cual se
graduó con un grado en leyes. Aquellos que han cursado la escuela de
leyes saben la dificultad de esta tarea. Después les sigue el examen de
reválida. Todo esto, mientras criaba una familia y continuaba siendo
activista. Debido al hecho de tener un antecedente penal, tuvo que
testificar frente al Comité de Carácter del Colegio de Abogados de NJ
para que se le validara como abogado. Él se sentía muy orgulloso de sus
argumentos frente al Colegio, quienes aceptaron el carácter político de
su anterior condena. Cruz fue Defensor Público por muchos años en los
condados de Essex y Hudson en Nueva Jersey. Luego —en práctica privada—
fue conocido por su trabajo legal pro-bono en las comunidades de Nueva
York y Nueva Jersey. Como ven, Eduardo no buscaba riquezas; en cambio,
el buscaba la libertad y la justicia.
Era atleta de corazón. El
baloncesto fue su deporte favorito; y jugaba bien el baloncesto, con
tremendo tiro de afuera, pero también te podría llevar al canasto.
Nosotros jugábamos en un equipo de baloncesto en un gimnasio en la calle
Rutgers del Bajo Manhattan. Eduardo era amante de la ciencia ficción,
los dibujos animados, y los dulces, a pesar de sus alergias a ciertos
alimentos. Muchas veces íbamos al cine por la tarde, porque temíamos
quedar dormidos en la tanda de noche. Cuando yo estaba en el Bajo
Manhattan, íbamos a la calle 6 a comer comida india. Creo que logramos
comer en todos los restaurantes indios en esa calle, y son muchos. Él
era amante de la comida india. En Jersey City, a veces personas se le
acercaban hablando Hindi o Gujarati, equivocándolo por ser de la India.
Él siempre le recordaba a la gente, que los puertorriqueños se parecen a
todas las personas del mundo.

Eduardo tenia un amor muy hondo por su
familia, y un orgullo especial por sus dos hijas, Dana y Kim. Él llegó a
conocer su nieto, Benjamin, que tiene solo cuatro meses.
Eduardo falleció el domingo, 21 de junio de 2015, el Día de los Padres,
por complicaciones ligadas a una cirugía en la espina dorsal. Pues hoy,
completamos el círculo, aquí en a la iglesia Nuestra Señora de los
Dolores, con pena en nuestros corazones por el fallecimiento de Eduardo,
pero con el conocimiento y celebración de todos, de sus logros. Unas de
sus canciones favoritas era, “Soñar el sueño imposible,” del Hombre de
la Mancha. Así, porque Eduardo era un hombre que veía lo que parecía
imposible, solamente como un reto para hacerlo realidad. Eduardo era un
guerrero, un esposo, un padre, un hermano, un vecino, un abogado, un
activista, y un mejor amigo. Aquellos que los siguen en vida, deben
aprender a vivir como él.
Como ven, Eduardo no buscaba riquezas; en cambio, él buscaba la libertad y la justicia.
¡Qué en paz descanse!
Presentado por José E. Velázquez Luyanda
27 de junio de 2015
Iglesia Nuestra Señora de los Dolores, Nueva York